marzo 21, 2010

Sanando.

El agave se levanta orgulloso resguardado por una reja metálica. Sus fuertes raíces serán su perdición. Mi mirada se pierde ante ese azul sembrado en tierra caliente. El olor es característico, el ruido me arrulla. Las líneas de la autopista me distraen me sacan de mis pensamientos y me llevan a vidas pasadas, a instantes vividos en ese mismo lugar. Una mirada, una sonrisa en aquel momento una canción era el guía de mis sentimientos. El norte me llama creo que tengo una deuda pendiente. 


Cada día cierro ciclos y nuevos se abren paso en medio de dudas, miedos y alegrías. Veo a Frida mi perra que ya no corre como antes, no brinca de un lado a otro, sus ojitos permanecen cerrados mas tiempo. A los caminos les a crecido la raíz se levantan enormes pilares como queriendo escapar de los recuerdos. Como esos grandes ventanales que me escupían en el rostro el tiempo perdido. Regrese al inicio de una de mis miles historias, todo estaba impregnado de recuerdos, mientras la luz verde me daba el paso, ese que compartí con amigos. 


Los colores se me escapan de las manos, se impregnan sobre la superficie rugosa del cartoncillo. Veo sus pequeñas manos tratando de plasmar sus mas entrañables sentimientos, algunos son temerosos aun no se han dado cuenta lo poderosos que son. 


El tiempo es tan sabio que detuvo mi andar, me regala un chance, mientras el alacrán se come al pez y el mar se tiñe de rojo junto a un gran gusano azul rodeado de mariposas de hermosos colores, mientras el aire juega con la tierra como queriendo llamar la atención yo estoy de pie frente a pequeños agaves con miles de puntas esperando que el mar me regrese a la casa azul donde vive el gran gusano azul.



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